Académicos de la U. de Chile plantean las ventajas de avanzar hacia un sistema parlamentario
3 de junio de 2021
Hacer un diagnóstico e identificar cuál tipo de gobierno es el que se puede implementar en Chile, mediante la nueva Constitución, es parte de la tesis que establecen los profesores de la Universidad de Chile, Francisco Soto y Alejandro Corvalán en su reciente publicación «Tendencias Constitucionales». En #ClavesConstituyentes, los académicos analizan la experiencia comparada y las lecciones para Chile para explicar los alcances que tendría un cambio en el sistema de gobierno.
La Constitución chilena necesita dar un salto a la modernidad. Se quedó estancada bajo parámetros del siglo XIX, que se suman a sus ya sabidos problemas de legitimidad, tanto en su origen como en su ejercicio. Esta es la idea central que establece el profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, Francisco Soto, junto al académico de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile e investigador del Instituto Milenio MIPP, Alejandro Corvalán.
En marzo de este año, ambos académicos lanzaron el libro «Tendencias Constitucionales, experiencia comparada y lecciones para Chile», en el cual —por medio de la experiencia comparada— analizan 400 modelos constitucionales del mundo desde tres variables: tipos de Estado, sistemas de gobierno y derechos fundamentales. En sus conclusiones apuntan a temas neurálgicos como, por ejemplo, que para fortalecer o crear nuevos derechos es clave desconcentrar el poder que hoy está radicado —casi en exclusividad— en la figura del Presidente de la República. En este sentido, plantean que avanzar por un camino que llegue al parlamentarismo otorgaría mayores herramientas para salir de crisis institucionales —como la que vivimos ahora—, pero además podría otorgar canales concretos a la ciudadanía de participación directa en la toma de decisiones, incluso en iniciativas legales.
En #ClavesConstituyentes de la plataforma UChile Constituyente, los profesores Soto y Corvalán abordan este escenario de cambio y la modernización que requiere nuestro sistema de gobierno para que avance acorde a los nuevos tiempos. Este diagnóstico y el análisis de otros escenarios constitucionales en el mundo son las herramientas que proponen para avanzar hacia un parlamentarismo, un tema que será parte del debate en la próxima discusión constitucional.
– Antes de analizar los sistemas de gobierno, ¿por qué es necesario cambiar las constituciones?
A.C: Primero, las constituciones cambian, en general, y mucho. Se van actualizando, se van reformando, modernizando. No es particular que una constitución pueda ser reformada. Segundo, es la necesidad de cambiar nuestra Constitución. Nosotros creemos que nuestra Constitución tiene problemas fundamentales y eso explica lo que ocurrió el 18 de octubre del 2019. Y vemos, al menos, dos dimensiones distintas: creemos que el problema fundamental de nuestras instituciones es que no permite el libre ejercicio democrático, y nosotros podemos ver un deterioro de la democracia durante los últimos períodos que dan cuenta de esto. La Constitución mantiene mecanismos contramayoritarios que hacen difícil el cambio político; incluso los mismos cambios constitucionales están muy protegidos por leyes de supermayorías. Y ese escenario está terminado tras el estallido social. El hecho de que la ciudadanía haga política por medio de la protesta significa una falla institucional, y eso significa que nuestra Constitución tiene que ser adecuada para retomar una democracia institucional.
F.S: Partiría diferenciando reforma de reemplazo. En el caso de los reemplazos, en la historia del constitucionalismo —que surge con la revolución francesa y americana— siempre se ha entendido que los reemplazos venían de procesos de facto, que no se podía anticipar en un texto constitucional un reemplazo, ese es un fenómeno reciente: que los reemplazos se institucionalizan. En los últimos 30 – 40 años se han activado estos procesos en el mundo y si hay algo que caracteriza a las últimas constituciones americanas es que todas concluyeron que era muy importante regular el reemplazo en la Constitución y esto se produce porque la pérdida de legitimidad en las instituciones se ha ido haciendo una tendencia. Hay una crisis de representación en el mundo. Nosotros hemos querido dar cuenta de esa tendencia mundial y cómo Chile se ha estado reinsertando ahora con la reforma que se hizo al capítulo XV.
– Sobre el sistema de gobierno, la discusión está transitando hacia pensar una nueva forma, derechamente un régimen parlamentario. ¿Cuáles son las bondades que tendría este giro, pensando en la modernización de nuestra Constitución y de nuestro sistema político?
A.C: Lo que pretendemos hacer en el libro es observar cuáles son las tendencias en el mundo y compararlo con lo que ocurre en Chile, de ahí nosotros podemos sacar conclusiones como que los sistemas presidenciales son sistemas que han ido disminuyendo en el mundo en cuanto a su proporción, respecto al total de sistemas de gobierno. A comienzos del siglo XX, casi todos los sistemas eran presidenciales; mientras que hacia finales del siglo XX tenemos 1/3 de presidenciales, otro tercio parlamentario y un último tercio con sistemas mixtos o semipresidenciales. En Chile, observamos un hiperpresidencialismo, en donde el presidente tiene una serie de poderes y derechos sobre el legislativo (Congreso), y eso se puede medir. Chile es uno de los países más presidencialista en una región como es América Latina, que ya es fuertemente presidencialista. Por lo tanto, una cosa que se debería implementar en Chile es un mayor tamaño de gobierno. Creemos que es una de las alternativas.
F.S: El debate ha estado muy sesgado en la idea del presidencialismo, lo único que se analiza es cómo atenuamos ese hiperpresidencialismo, en vez de ver lo que más nos conviene, y eso significa hacer primero un diagnóstico, y lo mismo pasa con la idea del Estado unitario, no hay diagnóstico. Eso no nos da la posibilidad de buscar la mejor fórmula. Nosotros queremos poner en evidencia que en materia de formas de gobierno la tendencia es que el presidencialismo va a la baja, y que nosotros deberíamos observar, sin prejuicios, ese escenario. La gente no concibe que no exista un Presidente de la República que concentre todas las atribuciones, pero eso hay que ponerlo en duda, y qué mejor momento que el Proceso Constituyente.
– Y bajo ese escenario, ¿por qué sería importante avanzar en Chile hacia un cambio de sistema de gobierno?
A.C: Una literatura muy profusa por los ’90 señala que los sistemas presidenciales son muy rígidos y por eso se quiebran. No tienen mecanismos de salida. Un sistema parlamentario ante una crisis puede hacer un cambio de gobierno, un sistema presidencial no: tiene un plazo fijo y puede entrar en un deterioro que puede desembocar en un descalabro final de la democracia. En los años ’90, se discutió mucho que una de las causas de los golpes de Estado en América Latina, desde los 60 en adelante, habían sido los rígidos sistemas presidenciales y una serie de autores propusieron sistemas parlamentarios para lidiar con una región en la cual hay una serie de inestabilidades propias de la democracia. No tenemos por qué rigidizar todo el sistema de partidos para que la democracia soporte eso. Lo que estamos viendo, hoy en Chile, son dos fenómenos: el primero es que estamos viendo cómo en una crisis tambalea el sistema democrático, lo hemos visto con el actual gobierno. No tenemos salida que no sea mantenernos en este statu quo. El Congreso se ha quejado que no tiene poder de maniobra, frente a un gobierno que está en crisis. Estamos viendo que ciertos problemas que creíamos eran de los años 60, aparecen nuevamente. Y el segundo punto es que se estableció esta cultura de dos bloques: Derecha/Concertación, que es una estructura que hoy llega un poco a su fin.
– Con esta mirada, al parecer, hoy estamos viviendo un ejemplo de la complejidad que conlleva un modelo tan presidencialista como el chileno. ¿Cómo analizan el actual escenario?
F.S: El modelo presidencialista supone un Ejecutivo con gran capacidad de gestión y con una agenda clara. En este momento, el Presidente no está gobernando y su programa lo botó al tarro de la basura hace un montón de tiempo. El tener un país que no avanza, sin proyecto, que está medio a los tumbos, es complejo. El modelo de que el Presidente gobierne históricamente funcionó y activó un dinamismo político, pero vemos que hoy eso no sucede y vemos las señales que dan sentido al país —no sé si las mejores— pero es que el Congreso ha mostrado cierta capacidad de articulación. Ahora bien, históricamente, en el siglo XIX, el Congreso tenía capacidades, y es lo que trató de romper Alessandri con la Constitución del 25 para pasar al presidencialismo. El Congreso era capaz de dialogar y muchas veces se imponía al Presidente de la República en algunos puntos, y eso permitió salir de una Constitución autoritaria como la del 33.
– Por último, ¿cuáles son las expectativas que tienen respecto a los cambios que se van a producir en cuanto a régimen de gobierno para la nueva Constitución?
A.C: Creo que avanzaremos hacia una Constitución más moderna, porque además la composición actual de la Convención se parece a la población nacional. Hay una representación que se denomina descriptiva, que tratamos de acercarnos a la población en todas las dimensiones, lo cual también es una buena señal. Hay un grupo muy pequeño que está por mantener el sistema hiperpresidencial, pero la mayoría está por atenuarlo o pasar a un sistema mixto. Van a haber cambios, ahora ¿con qué nivel de profundidad?, está por verse, pero no debemos tener miedo a pensar alternativas como el parlamentarismo. Hay que mirar esto abiertamente y creo que nos moveremos hacia algo más moderno.
FS: Las investigaciones comparadas dicen que cuando la Convención se encuentra dominada por un solo sector es probable que esa convención profundice poco la democracia, cuando la convención está compuesta por diversos sectores se producen los procesos más virtuosos. El drama de Chile es que ni el presidencialismo, ni la forma de gobierno se han diagnosticado, y hay que partir por eso.
Victor Hugo Moreno Soza
UChile Constituyente