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Especialistas de la U. de Chile analizan el momento que atraviesa el país a tres años del Estallido Social

Este 18 de octubre se conmemora una jornada que marcó un antes y un después en la historia de Chile. Manifestaciones sociales, protestas en todo el país, y una serie de demandas en torno a temas como educación, salud y pensiones marcaron el inicio de un proceso que sigue hasta hoy. Académicos y egresados de la Universidad de Chile analizan el devenir de este episodio hasta hoy y cómo los factores que detonaron el estallido siguen latentes.

El Estallido no fue una revolución anticapitalista y tampoco, como han querido instalar en los últimos días, fue una pura ola de delincuencia”, aseguró el Presidente de la República, Gabriel Boric, en el marco de un nuevo aniversario del 18 de octubre. En su discurso, el primer mandatario realizó un análisis personal y político del llamado Estallido Social ocurrido en nuestro país en 2019.

A tres años de este episodio que marcó un antes y un después en la historia de nuestro país, en Prensa Uchile abrimos un espacio de reflexión junto a académicos y egresados que han analizado este fenómeno ¿Cuáles fueron las causas que lo gatillaron? ¿Qué efectos han trascendido en el tiempo? ¿Cómo se proyecta el país hoy tras el rechazo a la propuesta elaborada por la Convención Constitucional? Estas son algunas de las preguntas que responden los académicos de la Universidad de Chile Carlos Ruiz EncinaSofía Donoso KnaudtOctavio Avendaño Pavez y el alumni Aldo Vidal Neira.

Carlos Ruiz Encina: “Estamos en un proceso histórico abierto de cambio”

El sociólogo y académico de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Carlos Ruiz Encina, a lo largo de estos tres años desde la irrupción del Estallido Social, ha buscado respuestas sobre las causas y efectos de la protesta social, tanto desde la esfera política como social. En sus publicaciones “Octubre Chileno” (2020) y “El Poder Constituyente de la revuelta” (2022), este último en coautoría con Sebastián Caviedes, ha abordado diferentes aristas sobre lo que considera la irrupción de un nuevo pueblo, el cual todavía no encuentra total respuestas a sus demandas.

En esa línea, afirma que las demandas sociales aún no tienen cabida dentro del aparato institucional, que no ha sido capaz de presentar soluciones concretas a las demandas. “Los factores que están en la base de la crisis social que generó la revuelta popular más grande de la historia inmediata no se han resuelto. Los indicadores sociales, después de la pandemia, están peor de lo que estaban en ese octubre. No han habido respuestas a esas cuestiones y ya lo están mostrando, nuevamente, los secundarios, que prácticamente desde el 2011 no tienen respuestas. Esas cosas siguen igual. Otro tema es que los procesos sociales no son lineales y pueden ir adquiriendo otras dinámicas. Pero observo que todavía lo que sigue imperando es un déficit de representación política y, por lo tanto, de capacidad del sistema político de procesar esas demandas”, señala.

«Tiene que haber un proceso de reconocimiento, desde la institucionalidad, de lo que son esas demandas. Y cuando digo institucionalidad, me refiero no solo al gobierno, sino a todas las esferas institucionales: parlamento, poder judicial, municipalidades, entre otras», prosigue. Respecto a este punto, agrega que esta misma institucionalidad aún no abre los ojos ante este nuevo pueblo, que no es la vieja clase media, ni tampoco la clásica clase obrera trabajadora del siglo pasado.  

Hay una geografía social y cultural nueva, que se transformó y que no encaja en una institucionalidad que fue pensada para la geografía social y cultural del siglo XX. Por eso, hablo de un nuevo pueblo: este profesional nuevo que viene de una educación universitaria masiva, no selectiva. Es otro tipo de individuo, no es la ampliación de la vieja clase media, pero, por otro lado, tampoco es el trabajador sindicalizado de la vieja clase obrera industrial, sino que es esta clase de trabajador nómade de los servicios, que puede tener media jornada en una cosa, y después en otra; y que paga el dentista con tarjeta de crédito. Todo este tipo de figuras no entran en las estadísticas, son realidades sociales negadas”, advierte.

Sobre la relevancia o no del proceso constituyente en este escenario, Ruiz analiza que las causas del triunfo del Rechazo se explican por asuntos multifactoriales; entre ellas, la ausencia de contenidos para la generación de los cambios sociales y económicos que se esperan, pero que de todos modos es un proceso que debe continuar y culminar con la redacción de un nuevo texto constitucional. Por lo mismo, sostiene que “estamos en un proceso histórico abierto de cambio. Los procesos de cambios nunca han sido cortos en ninguna parte, ni época en el mundo. Son con avances, retrocesos, con ensayos más o mejor logrados. Y esto va a seguir dando vueltas hacia adelante. Estamos en una década parecida a lo que fue la década del 20 del siglo pasado. Ante este proceso que, además, avanza con una reconfiguración de la esfera política: es otra derecha, es otra conformación de la izquierda, hoy. Y ante esta falta de dibujo es donde se está corriendo esta trama. Creo que la responsabilidad de la política es intentar encauzar, a través de un proceso de ensanchamiento de los márgenes de la institucionalidad, un procesamiento de los conflictos sociales que hoy persisten. Y estamos llegando a tres años de la revuelta aún en ascuas”.

Sofía Donoso Knaudt: “Hay un fuerte malestar con las dirigencias sociales”

 

“Creo que el 18 de octubre va a pasar a la historia y al estudio comparado de los procesos de movilización masiva como un caso de movimiento y contra movimiento. En estos tres años, hemos visto cómo ha pasado por distintas etapas. En un momento inicial de masividad, de épica, a un proceso de desmovilización y a un proceso de articulación de un contra movimiento que se ha opuesto a las demandas que estaban presentes en la movilizaciones de octubre de 2019, y a cómo esas demandas se fueron articulando en una nueva constitución, en un proceso constituyente y en una propuesta de texto constitucional que finalmente es rechazada”, plantea la socióloga Sofía Donoso, académica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile e investigadora asociada del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES).

Sobre lo que gatilló las movilizaciones y protestas, la también doctora por la Universidad de Oxford, afirma que “durante la última década hemos tenido distintas olas de protesta y, a lo largo de este proceso, se han ido articulando actores, organizaciones políticas y demandas en la opinión pública. Se ha ido articulando un discurso que tiene como eje común que el sistema neoliberal, en el fondo, es la raíz de muchos de los problemas que aquejan a la ciudadanía. Y ese proceso de concientización no es algo del 18 octubre, sino que es algo que se ha ido gestando y articulando a lo largo, al menos, de la última década”. 

Respecto al momento actual que atraviesa el país, a tres años del Estallido Social y luego del rechazo a la propuesta elaborada por la Convención Constitucional, la académica señala que “estamos en lo que la literatura denomina como coyuntura crítica, donde el desarrollo del proceso puede ir hacia un lado o hacia otro. El contexto ha cambiado radicalmente en cuanto a las condiciones para un proceso constituyente, si lo comparamos al escenario post 18 octubre de 2019. Por una parte, no tenemos un movimiento social activo. Por otra parte, hubo una pandemia entre medio que enfrió mucho el proceso de movilización. En tercer lugar, estamos en una crisis económica que afecta mucho la cotidianidad de la gente y sus preocupaciones. En cuarto lugar, estamos en medio de una crisis de seguridad también, que ocupa un lugar prioritario dentro de las preocupaciones de la gente. En quinto lugar, acabamos de tener un plebiscito que rechazó la propuesta que las fuerzas progresistas habían ofrecido al país. Entonces, también ese camino está un poco deslegitimado, al menos en esa versión”.

Por otra parte, agrega que “antes del Estallido había un fuerte malestar con los partidos políticos, lo que había sido ampliamente documentado por encuestas y por la literatura. Y creo que lo que ha pasado post Estallido es que también hay un fuerte malestar con las dirigencias sociales, con el liderazgo de los movimientos sociales, que también están deslegitimados, y eso dificulta nuevamente la construcción de espacios intermediarios de canalización de este malestar. Creo que también dificultó mucho que estos espacios intermediarios, partidos políticos y movimientos sociales, fueran incapaces de traducir el texto de la propuesta constitucional a sus bases, a la ciudadanía en general. Creo que esa debilidad es también manifestación de las dificultades que se están experimentando actualmente”.

No obstante, enfatiza la importancia de que el proceso constituyente siga adelante. «Me parece que hay conciencia de que no se puede hacer como si nada y hay que seguir el proceso constituyente de alguna manera, aunque el texto que finalmente salga sea algo bastante tibio o alejado de lo que se propuso en la Convención. Porque creo que los sectores políticos no quieren, en el fondo, un nuevo Estallido, eso sería impresentable luego de un plebiscito de entrada que mandató la creación de una nueva Constitución. Pero las condiciones y las correlaciones de fuerza han cambiado radicalmente en comparación con el 2019″, comenta la socióloga.

Aldo Vidal Neira: “Hay muchas lecciones que sacar”

Para el periodista de la Universidad de Chile, Aldo Vidal Neira, autor del libro “Días de fuego: Doce semanas de revuelta social en Chile”, texto donde reconstruye los hechos ocurrido durante los tres primeros meses del Estallido Social, son diversos los factores que influyeron en lo que ocurrió en octubre de 2019. 

“En el libro está muy nítido y muy fresca la indignación, la rabia de la gente, la preocupación, y aparecen muy claros temas como la salud, las pensiones, la educación, que fueron banderas de lucha durante el Estallido Social. Creo que eso temas no han desaparecido, a pesar de que si uno ve lo que sucedió después, que en el fondo todo se encauza en un proceso constituyente que fue descartado hace un mes atrás, uno podría decir bueno no quedó nada, pero en realidad creo que no, creo que esos temas permanecen y que, en el fondo, la clase política va a tener que hacerse cargo al menos de esos tres temas, que eran los que más se repetían en el Estallido Social”, plantea.

Otro aspecto que destaca el profesional es que a fines de octubre “empezaron a realizarse de manera masiva cabildos autoconvocados, la gente empezó a conversar, a analizar, en su barrio, en su gremio, de temas como cultura, salud, educación, qué es lo que debería pasar en Chile, qué es lo que debería mejorar, y creo que esa experiencia de conectarse con la ciudadanía, entre ciudadanos, es algo que no va a desaparecer, o que de alguna forma dejó alguna marca”. 

En cuanto a las lecciones que dejó el Estallido Social, Vidal sostiene que “hay varios temas que están pendientes y en el fondo, al revisar el proceso con detalle y día por día, uno puede ver cómo reaccionaron los distintos actores. Hay lecciones a nivel policial, cuál es el rol de las policías, cuáles son los protocolos, cómo se aborda una situación violenta, una manifestación pacífica, cómo se diferencia de una manifestación violenta. El tema de los derechos humanos, sin duda. Y también los medios de comunicación son algo que se describe en el libro, cómo pueden aportar o cómo pueden empeorar una situación ¿Cuál es la información necesaria o cómo los medios también pueden encauzar ciertos conflictos sociales o ayudar a encontrar espacios de diálogo? Entonces, creo que, en distintos niveles, hay muchas lecciones que sacar”. 

A nivel político, finaliza, el problema radica en “cómo encauzar los conflictos sociales, cómo encontrar soluciones pacíficas y dialogadas. Creo que eso es algo que debería trabajarse. O sea, después de tres años debería haber muchas más instancias ciudadanas, debería haber más participación ciudadana, deberían no dejar que la cosa estalle, que la rabia se acumule hasta que estalle de forma violenta, sino que deberían haber otras formas de canalizar”.

Octavio Avendaño Pavez: «Estamos en un momento donde la crisis no se revierte, donde la crisis se va acentuando»

Para Octavio Avendaño, profesor del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile y Doctor en Ciencia Política por la Università degli studi di Firenze, «el Estallido es consecuencia de una crisis que afecta diversas dimensiones de la sociedad chilena, una crisis integral, y es también el resultado de un cúmulo de tensiones no resueltas durante varios años, de demandas insatisfechas y de tensiones no resueltas que se fueron acrecentando en el último tiempo y que derivaron en este estallido de octubre del año 2019″.

A partir de ese entonces, plantea, «lo que ha ocurrido es el intento de darle una solución o canalizar políticamente el fenómeno del Estallido Social, sin que necesariamente se responda a aquellas demandas que inicialmente fueron formuladas en el marco del estallido y que obedecían a aspectos económicos y sociales, que tenían que ver con el tema de los abusos, con la discriminación, con diferentes formas de exclusión y con una serie de otros aspectos que generaban lo que podríamos denominar como una economía de la desregulación, una economía absolutamente mercantilizada, que había generado el sobreendeudamiento en amplios sectores de la población. No por casualidad, el Estallido estuvo marcado por un amplio protagonismo de los sectores medios consolidados, más que de los sectores populares. La incorporación de los sectores populares vino después o vino en el transcurso de los días».

Con el acuerdo político de noviembre y el inicio del proceso constituyente, indica, comienza a darse un desfase entre el malestar, la movilización social y el cauce institucional adoptado. «Porque la solución constitucional no estaba dentro de las demandas iniciales. El tema constitucional se venía planteando de manera previa, pero por algunas organizaciones específicas, no era algo prioritario, ni masivo». Asimismo, destaca que «habían algunas reivindicaciones urgentes y otras que, desde luego, implicaban cambios estructurales de amplias dimensiones y que requerían de una solución de tipo constitucional o de un cambio en la institucionalidad política. En este contexto, el resultado del proceso constituyente va a ser distinto al esperado, donde en realidad las demandas sustantivas del Estallido pierden protagonismo frente al posicionamiento de otras que tienen que ver, por ejemplo, con las identidades o temas que simplemente no son prioritarios para el conjunto de la sociedad chilena«.

Sobre el devenir de este proceso, agrega que «estamos en un momento donde la crisis no se revierte, donde la crisis se va acentuando y es una crisis que no solamente está afectando desde el punto de vista económico y social, sino que también es una crisis política». En esta línea, advierte que «el malestar percibido puede derivar en algún momento en irritación. Esa irritación puede ser compleja porque podría afectar al gobierno, a la institucionalidad política democrática, y podría, desde luego, privilegiar a estos otros grupos políticos que han emergido en el último tiempo y que, desde luego, intentan capitalizar de una forma bien particular el descontento».

Respecto al actual estancamiento del proceso y las negociaciones políticas para continuarlo, añade, «creo que esa permanencia del conflicto también puede resultar riesgosa para la búsqueda de soluciones. Mientras más tiempo pasa y las posibilidades de lograr una solución adecuada, que permita no solamente responder, sino que al mismo tiempo mejorar la institucionalidad política, reforzar el sistema democrático, se van viendo comprometidas y observamos más bien situaciones de riesgo. En algún momento, es perfectamente factible pensar en una solución de tipo populista o en una solución de tipo autoritaria. Eso es un riesgo factible bajo las actuales circunstancias«.

 Por Maritza Tapia, Cristian Fuentes y Víctor Hugo Moreno

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